viernes, 16 de mayo de 2008

La Luna Sobre la Avenida.


Íbamos conversando junto a la chimenea del tren cuando este pasó junto al último puerto abierto a transatlánticos y barcos fluviales.

Tú me decías muchas cosas y yo solo miraba tus pies que se meneaban hacia delante y atrás en un perfecto contrapunto. Es cierto que me hablabas, pero yo no ponía mucha atención. Es cierto también; a veces no pongo mucha atención.

Entonces nos aburrió el tren. La chimenea hacía mucho ruido y el humo de colores desentonaba con el paisaje que aún era muy sombrío. Pero nos gustaba. Te hice callar y saltamos justo en la esquina.

No estaba seguro si era la esquina en que debíamos bajar, pero deseaba mucho tomar tu mano así que lo hice solamente por eso. Cuando caímos mire hacia atrás y el tren ya no se veía. Solo eran visibles las copiosas humaradas rojas, azules, verdes y amarillas que luego cambiaban por naranjas, celestes, Burdeos y cafés.

Caminamos un poco hasta el comienzo de una calle que en su mitad tenía adoquines y en la otra estaba dibujada con lápiz negro borrable. Pero no en dos mitades iguales y dividas por un horizonte, si no como un tablero de ajedrez. En el comienzo un letrero: “Avenida de Ustedes”.

Teníamos miedo y avanzábamos solo pisando los adoquines, casi en puntas de pie. Así íbamos ya casi entretenidos cuando por descuido uno de tus pies cayó en un cuadro dibujado.

Perplejos e inmóviles nos miramos ahora preocupados. Pero no era el miedo que nos detenía, si no la esperanza.

Bajaste lentamente las manos hasta tocar el suelo y borraste con suaves movimientos el carboncillo de la superficie. Yo me acerqué aún pisando solo los adoquines y comenzamos a ver como el espacio quedaba en un absoluto blanco.

De tus botas sacaste un lápiz y me confidenciaste que lo habías tomado de las ropas del maquinista, con el pintaba la humareda. – Pobre maquinista – pensé, - su viaje será gris entre arcos de colores -.

No sabíamos que dibujar todavía presos de los adoquines, y de la nada construiste un castillo de arena precioso y majestuoso.

Nos gusto y borramos el especio de mas adelante. En el dibujamos un parque que más adelante visitaríamos, y en el siguiente un adiós cualquiera. – Nunca está de más tener guardado uno en el bolsillo – dijiste.

Nos gusto y saltamos sobre cien cuadrados siempre haciendo crecer lo que quisiésemos: un gato, un libro roñoso y una en blanco, a Don Quijote cargando la lengua inglesa, un par de zapatos azules y finalmente una escalera. Por ella subiríamos para sentarnos en la luna menguante donde cómodos y felices nos abrazaríamos estrechamente. Finalmente un beso cerraría nuestra creación y sellaría un pacto que renovaríamos cada ves que bajáramos a la avenida.

6 comentarios:

Javi dijo...

Buenas Gutierrez!!

Como siempre todo un honor pasar por tu blog y leer tus magníficas historias, que por cierto esta última me ha encantado.
Abrazos
-javi-

EssereSincero dijo...

"su viaje será gris entre arcos de colores"

Preciso y notable...

Saludos

Sincero

Mengana Utópica dijo...

amigo, desde mi azotea vuelvo a visitarte
te sigo!

Tabatha Valls dijo...

Hola! He llegado a tu blog a través del blog de Javi, y tengo que decir que me ha gustado mucho y que volveré a pasarme. Me han gustado mucho tus historias, son muy interesantes y me gusta tu estilo de escribir!
Un abrazo.

Mengana Utópica dijo...

y ya puee gracias por los saludosss
y quiero leer algo nuevo aqui.

María José Moreno dijo...

Qué buen blog encontré. Me gustó mucho tu estilo. Felicidades :)